El misterio es condición de todo camino desconocido, aún de aquellos en los que no creemos o a los cuales negamos existencia. La naturalización de la palabra vertical nos fue alejando del movimiento paradojal y eso es algo que veníamos discutiendo mucho antes de los faustos de "El virgen", pero al influjo rosa de su flash (oh!), una verdad nueva fue incorporada a las 80 que nos dictara desde la clandestinidad de su ombligo nuestro Líder prófugo.
No fue tanto el éxtasis del alcohol y el humo al que también estamos acostumbrados, no fue ni de lejos algo parecido al vértigo de las olas marrones a las que nos ofrecemos en cotidiano sacrificio, ni la nostalgia permanente de otros mares mejores; fue la omnipresencia del "arte contemporáneo" desbaratando nuestros planes de boicot militante frente a la pasividad sonriente de nuestros adversarios convertidos de súbito en compañeros y artífices de una forma intangible de la Revolución, recordándonos que la intangibilidad es el único espacio formal en que, a lo largo de los tiempos, se ha manifestado al fin la Revolución.
Retornamos al calor de la familia peronista que aguardaba fiel nuestro regreso como cada vez que partimos a esquivar las bombas que cíclicamente caen sobre la Plaza de Mayo. Subimos al colectivo aún desconcertados por el trance-analítico de la danza pero despojados ya del temor y la desconfianza natural a todo lo que sana. En el recogimiento silencioso de la madrugada el compañero Axel susurró: "el artista es la superación dialéctica del burgués". Nadie esperaba semejante definición teórica de un compañero surgido de los sectores más postergados del arte y aún de la vida. Pero así fué.
Se hizo de día y la noche no pareció tan fría, acaso por la intuición de que lo que pedimos comenzaba a materializarse haciendo equilibrio en la medianera de botellas rotas que separa el sueño de la vigilia; será por todo lo que agradecimos; será por el arte contemporáneo, por la danza afrodisíaca o por la memoria de nuestros mártires (presentes y futuros) iluminando una mañana plena de señales; será por la marea o por la inminencia de la primavera. Eso ya no importa, no hay de que preocuparse ahora que la ofrenda fue realizada. Los milagros estaban aquí, en nosotros.